No, no he parido; desconozco las sensaciones que produce llevarle 9 meses dentro de mí, 38 semanas con sus días de calor y sus noches de desvelo cargando una tripa descomunal, no sé lo que son dolores de parto ni he dado de mamar; tampoco he visto mis caderas ensancharse o mis pechos estriados caer ligeramente después de un periodo de lactancia. No, no soy madre, solo puedo hablar, escribir sobre lo que he visto, sobre lo que he vivido de cerca, puedo hablar como testigo y como participante, como tía, como lectora, como colega de juegos, como mamá canguro nacida hace 10 años, como acompañante o como educadora infantil; pero sobretodo y lo que más me gusta, es reconocer que lo que pueda salir de mi boca y de mis dedos fue aprendido de pequeñas personas, hombres y mujeres que no me llegan a los hombros pero que incluso sin apenas saber hablar, son una fuente de enseñanzas, solo hace falta ver. No simplemente mirar, sino ver.

Puedo imaginar que como madre o padre que eres, has tenido que soportar a algunos pesaos que como yo en algún momento han querido decirte lo que hacer y lo que no hacer en referencia a la educación y trato a tus hij@s; también puedo imaginar que es molesto y que probablemente terminarás haciendo lo que tú consideras mejor para él o ella, porque al final son tuyos y para eso te han costado tiempo, trasnochos, enfados, temores y demás, pero también permíteme que imagine que estás aquí porque has descubierto (o estás en ello) la importancia de aprender a verles y conocerles, para acompañarles en su desarrollo siendo la mejor versión de ti.

Sí, aprender es importante, ¿estamos de acuerdo?, nos pasamos toda su vida insistiendo en el aprendizaje como determinante de su desarrollo. Entonces, ¿por qué no aprender nosotros también?, ¿por qué quedarnos solamente con los consejos y conocimientos tradicionales? Que aprendamos a conocer esas pequeñas personas más allá de ser importante es necesario, darnos la oportunidad (disponernos) de conocerles no sólo nos facilita la vida, puede cambiar la dinámica familiar; la comunicación relación con ell@s puede darse en un entorno cálido, amable, en un ambiente distendido, y no hablo de un episodio de la Doctora Juguetes o de la Cebra Zou, donde todo parece marchar de maravilla en familia, hablo de la posibilidad de diálogo y comprensión con niños y niñas muy pequeñ@s, no es una fábula, es posible pero para ello hay que conocerles, comprender su lenguaje, sus maneras de comunicarse. Es en estos ambientes de escucha activa, de contacto, de relación asertiva, cuando es posible fomentar su desarrollo integral, que incluye el ámbito emocional, físico, social e intelectual; adquisiciones que les ayudará a convertirse en adult@s segur@s y autónom@s, que es para lo que hemos de acompañarles en su proceso de crecimiento en la etapa infantil, para que cuando sean más alt@s que nosotros tengan la capacidad de administrar de manera responsable consigo y con el mundo, no sólo sus finanzas sino sobre todo, sus emociones.

Estos logros empiezan a cimentarse en los primeros años de vida, que invirtamos en nuestro aprendizaje para hacer un adecuado acompañamiento afectivo en la primera infancia es determinante si lo que buscamos es el desarrollo integral de esas pequeñas personas a quienes amamos. Si nos disponemos para darles lo mejor de nosotr@s hoy, entonces muy probablemente mañana darán lo mejor de sí mismos en el entorno en el que se encuentren.

Te animo a que aprendamos juntos, a que aprendamos sobre ell@s, de ellos y con ell@s, es posible.

«Todos nosotros sabemos algo. 
Todos nosotros ignoramos algo. 
Por eso, aprendemos siempre»

paulo freire