De los mismos creadores de «No me llames Dolores, llámame zorra, que me empodera»
Llega la trilogía: «Es que se mira todo con lupa»
«Es que se busca rizar el rizo»
«Es que unas risas cómo hacen falta»
Que sí, que cada persona es un mundo entero
Que sí, que cada uno mira el mundo desde su propia cosmovisión
Y yo que si no lo escribo, reviento, me pregunto,
¿Nos vamos a amparar en que cada una es hija de su madre y de su padre, para dar licencia al todo vale?
En Eurovisión, pues igual sí cabe, pero en el acompañamiento a criaturas, va a ser que no. Va a ser que, o lo hacemos poniendo toda la carne en el asador, o mejor nos buscamos otra profesión.
En esta era tendente al fast food y a la autosatisfacción, en esta modernidad líquida en la que nos ahogamos; comprometerse parece cosa rococó, tomarse en serio el cuidado parece anticuado, pararse a cuestionar buscando mejorar parece faltar.
Mira, yo como Sócrates, «Sólo sé que no sé nada», pero entiendo bastante sobre excusarse, tirar balones fuera y el autosabotaje. Así como mucho entiendo sobre carencias en la infancia, responsabilidad en la crianza e infancia herida; porque madre no soy, pero sí hija, y desde aquellas carencias me sigo (trans)formando. Un diploma o título no transforma nada, la disposición sí. Y mirarse y hacerse ver las mierdas propias, todos los días, es fundamental en este oficio de acompañar criaturas en su desarrollo; si no tienes disposición para hacerlo, hazle un favor a la infancia: DEDÍCA TU TIEMPO A OTRA COSA.
Porque resulta que estamos afectando a vidas de personas que están en desarrollo, nada más y nada menos; y lo escribiría en mayúsculas, pero no quiero gritar.
O sí.
Me muero de ganas por gritar que vamos a hacerlo bien, o no lo hacemos.
Que somos unas afortunadas por trabajar con la infancia en un contexto respetuoso, que tenemos oro en las manos.
Gritar que esas pequeñas personas están en pleno desarrollo de sus facultades, y que todo lo que ocurra en su día a día, está configurando su cerebro, y lo que será como adulto.
Que vamos a reflexionar, cada día, en lo que se ha de hacer mejor al otro día.
Quiero gritar que el acompañamiento respetuoso antes que una moda, ya podría ser una forma de estar cada uno en el mundo, coherente en su interacción con todos, pero sobre todo, con las criaturas que nos miran y se creen cada mirada de vuelta, todos los días.
Quiero gritar que ojalá nuestra Euromisión fuese quererles bien, cuidarles bien, acompañarles bien.
Que bien escribes Lina, me has hecho reflexionar…gracias.
Gracias a ti por tomarte el tiempo 💜