Creía que la vida cabía en una pantalla, con sus muchas luces llamativas y estímulos veloces
Creía que la vida no era más que correr tras mis fichas, cada día, a la velocidad de mis dedos aprendices
Creía que la vida no se trataba de otra cosa que intentar ser una mano rápida en esa abstracta repetición grafomotriz
Las mañanas convertidas en maratones de papel para no perderme el momento patio un día más
El jugar convertido en premio
Como si jugar fuera un premio
Y mira que lo intentaba. Intentaba ser tan veloz como mis pares y correr tras mis tres extraescolares
Lo intentaba a la vez que merendaba la piel de mis dedos
La sangre brotaba; porque mis amigos Presión, Estrés y Apatía me acompañaban fieles cada día
Los cuatro aprendimos a cambiar el juego libre por aprendizaje no significativo, mecánico y repetitivo
Porque la vida hasta entonces era eso
Y una pantalla llena de luces llamativas y estímulos veloces
Pero vino una pandemia
Y vi que, paradójicamente, en medio de la muerte la vida podía ser vivida
Parecía que de repente había tiempo
Nos detuvimos
Aquellos que decían amarme con su esfuerzo, por fin me amaron con su tiempo
La casa pareció refugio
Mis padres parecían refugio
Y me miraban a los ojos
Nos miramos
Y jugamos
Y jugué, y volví a jugar, sin proponérmelo
De telas viejas cosí vestidos
Con piezas de lego puse color al salón
Y me duché sin prisas, y canté, improvisando
Entonces dejé de comerme la piel de mis dedos, porque aquellos amigos tan pesados, se fueron
Y pude hacer bizcochos y galletas
Empecé a ver juegos de mesa desempolvarse
Empecé a oír carcajadas librarse de ocupaciones autoimpuestas
Vi excusas desaparecer tímidamente
Y por fin pude ir a la playa en Octubre, cuando no toca
Porque nos detuvimos
Nos vimos obligados a vivir
Entonces vi a mamá dibujando como cría
Y a papá despierto, contando cuentos otra vez
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