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Perturbando mi TOC

“A nosotros no nos caracteriza el odio a los de fuera, nos caracteriza el amor a los de dentro” dice el líder ultraderechista Santiago Abascal. A propósito de las lindezas que dejan las campañas electorales y el gran interés que suscitan las propuestas de gobierno, me gustaría notar el mismo ímpetu en cuanto a los temas sobre crianza consciente y responsable. Desafortunadamente es un tema del que, cruzando la frontera de la pedagogía, poco se habla. Lo echo de menos en parques, en cumpleaños, en las comidas o en la cotidianidad de un noviazgo que pretende un día convertirse en tres. Y es que parece que el cuñadismo se apodera de una sociedad que se dice cada vez más liberal, pero demuestra una libertad conveniente, individualista y superflua. Combatir el cuñado que todos llevamos dentro no es tarea de titanes, sólo hace falta leer más allá del Marca, los titulares de portadas y las redes sociales.

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El verdadero hogar de Quasimodo

Mírala, tan emblemática, virtuosa, íntima y expuesta; con sus muchos detalles, sus grandes rosetones y sus gárgolas vigilantes. Imposible ignorarla con su aguja afilada queriendo por fin romper el cielo parisino, ese que rara vez se tiñe de azul despojado de sus nubes. Mírala callada, tranquila, serena y madura, como quien guarda historias y aguarda su turno para contarlas, mientras observa espectadores que la encandilan con sus flashes. Mírala vestida de clara piedra, luego observa su oscuro interior que lucha con los rayos de luz que sin preguntar, buscan infiltrarse atravesando sus coloridos vitrales, tan perfectamente diseñados, tan rotundamente románticos. Ella ha sido testigo de grandes momentos, reales y animados, heroicos y malvados, literarios, artísticos. Ella ha soportado una revolución, las pisadas de un sinfín de chanclas con calcetines y la determinación de las llamas. Tan icónica por fuera como mágica por dentro. Hoy taciturna, se queda desprovista de su cobertura, desnuda, a la vista de todos espera ser recubierta de nuevo. Y se lo merece, cómo no, se le ha provisto de un valor que trasciende la esfera religiosa; es patrimonio del arte gótico, defendido con tinta y brillantez por Víctor Hugo, con quien coincido en que es digna de ser detalladamente recorrida, contemplada, coincido en que merece la pena detenerse para deleitarse con cada parte de su estructura.

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El retrato de Phil Tro

No tenemos un Basil Hallward que nos retrate como a Dorian, que cree una obra que envejezca en nuestro lugar mientras nuestras carnes se mantienen en su sitio para estar divinas de la muerte; no tenemos un dandi que abandere la eterna juventud y que sacie, o por lo menos lidere nuestro deseo de imperturbabilidad, que suba en hombros a la cumbre más alta nuestro narcicismo, cada día de nuestro paso por aquí. Menos mal siempre estamos a tiempo de ponernos hasta arriba de filtros, o de implantes para rellenar aquello que se nos repartió con moderación, no vaya a ser que la pequeñez de mis partes montañosas parezcan pequeñas piedras en lugar de grandes rocas firmes. Quién quiere una mano y un pincel que refleje nuestra exponencial belleza, si ya tenemos los filtros, el editor de fotos, las capas de maquillaje que hagan falta y los bisturíes de quirófano.  

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Menudo Marrón

“¡Tú eres marrón porque naciste en Colombia!” me dijo unos días antes de despedirnos, con tono de haber descubierto algo, en plan ‘ahora todo tiene sentido’. Yo iba a visitar a mi familia y ella, rubita como el sol, había escuchado hace poco por primera vez que cruzando el mar hay un lugar llamado así. Tiene 5 años, mi papá me cuenta que a esa edad yo le decía que no entendía por qué sus amigos le llamaban de “negrito”, si él era café, como decimos allí. No tengo problema con serlo, nunca lo he tenido, ser mestiza nunca me ha hecho sentir diferente de nadie aunque lo soy, porque cada persona lo es. Cada un@ tenemos unas peculiaridades que nos hacen distintos, afortunadamente, y la riqueza que la diversidad cultural aporta es descomunal, me temo que son secretos muy bien guardados.

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Huérfano de madre viva

Se encuentra aún en su proceso de dentición, el ratón Pérez le sigue visitando pero, a partir de ahora el roedor tendrá que reclamar los molares en dos sedes distintas. Sus padres están en proceso de divorcio, parece que el amor en la mitad de la naranja se exprimió, c’est fini, se mudó, no va más. ¿Se acabó?, ¿se esfumó?, ¿puede acabarse a caso algo que en realidad no empieza a primera vista? Lejos está el amor de ser simples sensaciones o emociones de corta duración, o simples sentimientos que se esfuman con el humo tras la cortina. El amor es en realidad una decisión, amar es decidir el bien del otro, entregarse por completo, sin medias tintas ni maltrato de ningún tipo. Amar es permanecer, aún cuando las mariposas se han ido, es una decisión que ha de tomarse todos los días, pues incluye descubrir y aceptar las miserias ajenas, cada día, tal como el primero cuando la excitación al verle quiso ignorarlas.

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SuperArte

No te conocía, no sabía esto de qué iba  

Ignoraba tus abrazos, no te reconocería

Unos pies como los míos, un poco más pequeños, sólo que más movidos

Nos cruzamos en pinturas, mi proyecto educativo

SuperArte trabajamos, superarnos conseguimos

No sé tú, yo empecé poco a poco a superar mis prejuicios

Me preguntaba si podrías hacer lo planificado

Si podrías hacer lo que empezó en un teclado

¿Hacer? ¿Poder?

Pero si ya haces, si ya eres, si ya puedes

Distinto, pero puedes, cuantos otros que pudiendo no hacen, ni son

Tantos muchos que pudiendo ser, sólo están, sin sazón

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MIS MANERAS vs SUS RABIETAS

Nos protegíamos de la lluvia en un chiringuito comercial de la plaza de Filandia, un pueblecito precioso del Quindío, en Colombia. Aquello parecía el diluvio, en cualquier momento me veía entrar por esa puerta de madera dos de cada especie, pero en su lugar fuimos testigos de un pequeñín que no paraba de llorar muy cerquita de nosotros. El llanto y el ruido de la tormenta hacían el lugar más pequeño aún, el espacio parecía reducirse y el malestar aumentar. La angustia se iba apoderando de mi querida compañía, que de niños gusta poco.

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Violetas de todos los colores

Mujeres. Luchan a diario con el mundo a cuestas, sonríen y luchan bajo un techo de cristal que tarde o temprano terminará quebrándose, porque trabajan incansables por lo que consideran importante, no solo dejándose la piel sino también dejándose los pensamientos, el tiempo, la vida, intentando conciliar fantasmas propios y ajenos. Nos enseñan a perseverar por nuestros sueños, cuando ellas han aparcado los suyos para ahuyentar nuestras pesadillas.

Que alguien les diga que sin ellas no tenemos a dónde ir, que alguien les diga de una vez que su dulzura es tan necesaria como su firmeza y determinación, lo es tanto como su manera de planificar cada detalle antes de las vacaciones. Que alguien reivindique su fuerza interior, sus cuidados, su persistencia, sus luchas internas. Pueden cuidarse solas, llevan siglos demostrando con hechos que no necesitan príncipes y corceles para resurgir del polvo, por eso tantas salen a reivindicar su valía, su tenacidad y valentía, porque nadie les conoce tanto como ellas mismas; ni gobiernos ni gobernantes reconocen lo suficiente su relevancia y aporte a la sociedad. A aquellas que no salen a manifestar, que su voz es silenciada o que simplemente no se sienten representadas, que alguien les diga que hacen parte de esta marea alta, de este oleaje violeta que un día traerá a la orilla todo aquello por lo que en silencio han soportado y luchado incansables. Pero que alguien les diga también, a todas ellas, que es válido cansarse, que es lícito decir basta. Organizar, planificar, amamantar, ya está bien de trabajos invisibles en solitario, con una carga mental tan pesada que no hay salud emocional que aguante.

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Incienso, mirra y también oro

Acabamos de despedirnos de los Magos de Oriente, una vez más les decimos adiós en la Cabalgata de Reyes y con ello se terminan las fiestas en occidente, aquel ambiente navideño que tanta alegría suele traer, por lo menos a quienes pueden reunirse con la familia a charrar y a comer como si no hubiera un mañana. En mayor o menor medida, es una época que nos invita a reunirnos con las personas que consideramos familia, sean de sangre o de experiencias, queremos tenerles en una mesa, compartiendo anécdotas, vino y buñuelos.

¿Sí? ¿Es todo lo que pediríamos para un 6 de Enero?

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Mi ventana

No, no he parido; desconozco las sensaciones que produce llevarle 9 meses dentro de mí, 38 semanas con sus días de calor y sus noches de desvelo cargando una tripa descomunal, no sé lo que son dolores de parto ni he dado de mamar; tampoco he visto mis caderas ensancharse o mis pechos estriados caer ligeramente después de un periodo de lactancia. No, no soy madre, solo puedo hablar, escribir sobre lo que he visto, sobre lo que he vivido de cerca, puedo hablar como testigo y como participante, como tía, como lectora, como colega de juegos, como mamá canguro nacida hace 10 años, como acompañante o como educadora infantil; pero sobretodo y lo que más me gusta, es reconocer que lo que pueda salir de mi boca y de mis dedos fue aprendido de pequeñas personas, hombres y mujeres que no me llegan a los hombros pero que incluso sin apenas saber hablar, son una fuente de enseñanzas, solo hace falta ver. No simplemente mirar, sino ver.

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