Del intento de poner orden a mis pensamientos, nace este espacio. Sin muchas pretensiones, con el teclado roto y desde mi ventana granate, he de escribir todo aquello que siento la necesidad debe salir de los muros de mi cerebro; no porque internet esté carente de contenido sobre crianza, pedagogías alternativas o habilidades sociales, de eso hay por montones, sino porque encuentro una necesidad de abordar la cotidianidad de las relaciones desde un razonamiento crítico y reflexivo; encuentro la necesidad de pensar para poder amar, de decidir amar cuando en el estómago en lugar de mariposas hay retorcijones, porque creo que entonces es cuando más conviene preguntarnos ¿mi conducta le está diciendo que le amo?, no solo mis labios, mi conducta. 

Los medios de comunicación no suelen hablar explícitamente de la sociedad de consumo en la que vivimos, pero tú y yo sabemos que hoy por hoy se le atribuye más relevancia a la nómina o a las redes sociales que a un ‘Cuéntame, ¿qué tal ha ido tu día?’; y es que tantísimas veces pasamos por alto al prójimo y la mochila que carga, que al final lo importante pierde valor y lo banal gana importancia.

Nadie nos enseña a vivir, tendemos a nadar según la marea; poco nos enseñan a relacionarnos con amor, no está incluido en el curriculum educativo, mirar a los ojos o escuchar con atención no es importante para el sistema político, no produce beneficios financieros. En mi opinión, vivir es tomar pequeñas decisiones personales hoy, es decidir ponerme a la estatura de un/a niñ@ cuando me habla y mirarle, cambiar maratón de imágenes en Instagram por una charla, o dedicar un rato de mi día a escuchar la descripción detallada de la visita de mi madre (que vive cruzando el atlántico) al supermercado. Sabernos escuchados es tan importante para nuestro desarrollo como el oxígeno lo es para las células de nuestro cuerpo, lo necesitan para obtener energía y crecer, sin oxígeno, las células morirían. Sí, creo que vivir es aceptar el desafío de amar; que incluye atribuir importancia a lo que para el otro la tiene, adoptar como propias sus tristezas y alegrías, incluye renuncia, entrega; vivir es abordar la cotidianidad teniendo conciencia de quienes me rodean y desde el reconocimiento de aquello realmente importante, de lo trascendental, de lo que tiene valor, no costo. Sí que pretendo una cosa, materializar pensamientos y hacer(me) muchas preguntas. 

Reflexionar sobre temas relevantes de índole social, ético o educativo debería ser tarea de toda la sociedad, pero, ¿quién es la sociedad sino tú y yo? Cada un@ podemos vivir procesos transformadores, podemos capacitarnos para comprender aquello que estructura nuestro mundo y en alguna medida, comprender la manera en que funciona; desde ésta comprensión nos sería más llevadero afrontar problemáticas personales, familiares, sociales, culturales.

Me pregunto si, mi conducta le está diciendo que le amo…

“La no violencia no es pasividad estéril, sino una poderosa fuerza moral que se hace para la transformación social.
He decidido apostar por el amor, el odio es una carga demasiado pesada”

Martin Luther King