¿De qué va eso del desarrollo Físico, Afectivo, Intelectual y Social en la infancia? De tiempo, afecto y libertad.

¿Tienes a vari@s niñ@s a tu cargo o muchas ocupaciones? Piensa que será niñ@ una sola vez, nosotr@s seremos adult@s siempre.

DESARROLLO FÍSICO No me lo estás preguntando, pero desde el principio me puso bastante nerviosa mirar a Leonor la princesa de Asturias y a su pequeña hermana la infanta Leticia; en mi opinión, ante las cámaras (pido al cielo que tras las paredes de su castillo hayan tenido la libertad de ser realmente como su edad les llamaba a que fuesen) su comportamiento ha distado mucho de lo que una niña hace libremente fuera de la etiqueta real, sus movimientos y expresiones parecen una copia con abolengo del concurso de Miss Universo. La médica especializada en pediatría, Emmi Pikler, referente en el estudio del desarrollo motriz del bebé, presenta el movimiento libre como fundamental en el desarrollo de la motricidad global de una persona. En la sección de traumatología infantil del hospital, Pikler observó que l@s peques de barrios obreros (aquell@s que trepaban árboles, jugaban y corrían en las calles) sufrían menos fracturas que l@s de familias con altos recursos, criad@s en entornos de excesiva disciplina o sobreprotección.

Emmi plantea que es preciso presentar las condiciones óptimas para un desarrollo físico adecuado. Esto en la vida cotidiana, se traduce en ofrecer la libertad de movimiento que les permita asumir pequeños riesgos que desarrollen en ell@s la confianza sobre lo que pueden intentar y conseguir:

° Confiar en las capacidades de iniciativa y de acción, liberándose del apresuramiento y la presión que producen frases como: “mi Menganita caminó a los 9 meses, ¿el tuyo con 13 aún no camina? Cada un@ tiene un ritmo; su momento, la adquisición de su destreza llegará cuando tenga que llegar, podemos acompañarle, pero su cuerpo les dirá exactamente cuándo girarse, sentarse, gatear, ponerse de pie o andar por sí sol@. No hace falta forzar su naturaleza.

° Favorecer la libertad de movimiento con el uso de ropa cómoda, que le permita desplazarse, jugar, trepar o sentarse sin tener que escuchar “no te ensucies”, “se te ven las bragas”, “te estás arrugando la camisa”. Todo aquello limita sus posibilidades, está en edad de moverse como mon@ si así el cuerpo le pide, ¿Qué tal si le facilitamos su necesidad de explorar? Eso es, está conociendo el mundo al que llegó hace muy poco. Si llueve, y es posible tener unas botas de agua, no habrá nada más divertido en el mundo en ese momento que cruzar un charco cual militar en marcha.

° Acompañarle estando nosotros vigilantes y atent@s les da seguridad, como también le da seguridad que demostremos que confiamos en sus destrezas, observarle con una distancia prudente (que nos permita cogerle en el aire si se resbala) no es lo mismo que subirle nosotros al sofá en casa o a la malla de escalar en el parque. Si puede, lo hará sol@. Si gatea, se arrastra o se pone de pie apoyad@, podrá perfectamente llegar al juguete u objeto que quiera alcanzar, ya verás que no hace falta ponerlo en su mano.

° Es aconsejable presentar un mobiliario que le permita adquirir autonomía, camas bajas, una mesa, sillas o muebles de almacenaje de juguetes que estén a su altura y de fácil acceso, cuencos o un bol en lugar de platos, cubiertos livianos, un taburete para hacer uso del lavabo o alcanzar lo que está un poco más alto; son objetos que le facilita desarrollar destrezas en libertad. Poco a poco va llegando a momentos en los que comer, bañarse o lavarse los dientes sol@ es posible, esos dientes no tienen que quedar como los de César Millán, naturalidad por favor. En lugar de hacérselo todo; coger sus manitas, poner junt@s la pasta de dientes y acompañarles en los movimientos puede darle más confianza en sí mism@ y enriquece la comunicación. Con el tiempo, sólo hará falta acompañar éste momento con un “lávalos tú y luego es mi turno”, en caso de creer que hace falta seguir removiendo comida.

Lo importante es ver cómo se puede favorecer el papel activo del niñ@ en cada momento, irá adquiriendo destrezas por ejemplo para manipular la comida con las manos y luego podrá llevar con éxito la cuchara a la boca desde el plato, mientras lo consigue, podemos ayudarle acercándole una cuchara llena a la vez que el peque empuña y sostiene otra cuchara y va practicando. Ello demanda encontrar satisfacción con el hecho de que disfrute comiendo, se va haciendo gradualmente autónom@ y se pueden reducir los desastres y el caos si se pone en el bol una pequeña cantidad de comida.

En la medida de lo posible, que haga las cosas sol@ es más enriquecedor. Nosotros estamos presentes, disponibles, podemos darle pautas, apoyarle, animarle. Si en lugar de acelerar el desarrollo de nuestr@s pequeñ@s respetamos su ritmo natural y sus propias iniciativas de movimiento, se conseguirá por sí sola una actividad autónoma.

DESARROLLO SOCIAL Y AFECTIVO En ocasiones tratamos a l@s peques como a un Nenuco, tal vez cuando les vestimos, damos de comer o les ponemos en “posición (ideal) de juego”, o sea sentadit@ sobre la alfombra con las piernas hacia delante y algún juguete en medio de ellas. Cuando veo éste cuadro me pongo en el lugar de ese niñ@ y pienso lo cómodo que debe ser eso… en absoluto. Como adult@s, recibir expresiones físicas de afecto nos puede gustar más o menos, pero un/a niñ@ que acaba de aterrizar en este mundo las necesita. Y no hablo aún de los mimos o hablarle en exceso con voz infantilizada, hablo de tratarle con respeto como nos gusta que nos traten a nosotr@s, de dirigirnos a ell@s con afecto y trato suave, hablo de miradas sinceras y pacientes, de secarle con cuidado, ayudarle a vestirse con tranquilidad, hablo de esperar el tiempo necesario para que cruce la puerta, sin prisas, sin empujones o gritos. Estas pequeñas actitudes hacen parte de un trato respetuoso que tod@s queremos recibir, y tal vez puede parecer intrascendente por tratarse de la interacción con niñ@s, pero es mucho más beneficioso de lo que pensamos, pues fomenta que desarrollen un concepto de sí mism@s y de autoconfianza positivos.

Un trato amable genera ambientes cálidos, distendidos, entornos de afecto que facilitan la comunicación y la dinámica familiar. Crecer en un ambiente armonioso en el seno de una familia es la base de toda destreza de relación social, ese lazo significativo que se crea con los padres y madres es lo que el psicólogo John Bowlby desarrolló como Teoría del apego, que describe la importancia de que el niño desarrolle una relación profunda con al menos un cuidador principal, pues esto produce un desarrollo social y emocional saludables. Unos fuertes vínculos emocionales ofrecen en la infancia la seguridad necesaria para explorar y descubrir el mundo, por ello el desarrollo afectivo que inicia en el hogar trabaja en conjunto con el desarrollo social que también comienza en familia, pero poco a poco se va extrapolando a otros entornos. L@s niñ@s necesitan que creemos una base de seguridad y confianza, necesitan abrazos, caricias, que entendamos su forma de comunicarse, que respondamos a sus necesidades y tengamos cuidado también de nuestro propio bienestar físico y emocional. Como adult@s, somos su modelo de cómo entender sus emociones, de que una piedra en el camino no es una catástrofe. Nuestras reacciones ante las eventualidades les dan información, pautas sobre la manera en la que han de enfrentarse al mundo, lo que puede ser una poderosa herramienta cuando se topen con dificultades a lo largo de su vida. Nuestra manera de tratarles, la forma en que les hablamos, tocamos e incluso miramos, les está transmitiendo información todo el tiempo, lo que se tiene entre manos es una persona viva, sensible y receptiva.

Es importante que sepamos que todas las emociones tienen cabida, la tristeza hace parte de la vida y el llanto es una manifestación de ello, lo que le ocurre a un/a niñ@ en un momento determinado tiene importancia para él/ella, no debemos nosotr@s restarle importancia con un “eso no es nada, no llores por eso”. Teniéndolo en cuenta, vamos a intentar que las emociones positivas ganen terreno sobre las negativas, hemos de ayudarle a expresarlas y a ponerles nombre de la misma manera en que ponemos nombre a cada cubierto, vamos a enseñarle maneras de gestionar esas emociones y ayudarle a encontrar soluciones.

Considero vital partir de la comprensión de que su intención no es ser puñeter@ sin más, detrás de toda conducta hay una demanda. Cada niñ@ es una persona pequeña en estatura que está aprendiendo a relacionarse y a comunicarse. Para ayudarle a conseguirlo primero se ha de intentar descifrar lo que está pasando con él o ella en ese momento, entonces podemos verbalizar frases sencillas que de alguna manera materialicen lo que está sintiendo o lo que está viviendo, a la par que damos alternativas de conducta; un “sé que te encuentras muy cansada, es tarde, pero nos queda poco, después podemos descansar con un cuento” o un “sé que te cuesta compartir la pelota con tu hermana, pero venga, juegas un ratito tú y luego ella”, o “cuando sea su turno tú puedes jugar con esto otro”… Son caminos que se pueden recorrer junt@s, es una tarea que exige perseverancia y mucha paciencia pero que con el tiempo, irá proveyéndole de recursos para solucionar  de manera autónoma los conflictos que deba enfrentar.

Gestos delicados, dedicación, atención, libertad en compañía, darle su espacio a la vez que estamos disponibles, el compartir los momentos de comida junt@s en lugar de darle de comer aislad@, escucha, paciencia; son algunas actitudes en las que podemos perseverar. Personalmente, mientras cambio pañales, soy partidaria de ir contándoles mi día y preguntándoles el suyo, aunque no me entiendan ná y aunque no pronuncien palabra. Cantarles o hablarles en diferentes tonos, susurrarles por ejemplo, no sólo me ayuda a que permanezcan quietos mientras les limpio el culete, sino que puede propiciar el desarrollo de adquisiciones en el lenguaje y la comunicación. Ahora, cuando se trata de comunicarse para dar indicaciones, en lugar de disparar doce palabras por segundo, he de hablar pausadamente, dar indicaciones cortas y si es necesario (para que no meta los dedos en el enchufe, por ejemplo) acompañar frases sencillas con acción ejemplificadora, siempre desde el respeto a su persona.

Cuando se trata de una conducta a modificar, por ejemplo si hace malabares en el sofá y puede caerse, es más efectivo acercarnos, hablarle e invitarle a continuar en un lugar más seguro que gritar y simplemente emitir un rotundo NO. Si hace lo que le hemos pedido, un “¡que diver!, en el suelo hay más sitio para hacer la croqueta” le hará sentirse mejor y será menos probable que vuelva al sofá. Si la conducta persiste después de la primera llamada de atención, en lugar de volvernos un disco rayado podemos retirar la atención a su conducta para no reforzar su comportamiento pero “dejando abierta nuestra puerta”, por ejemplo con un “cuando quieras jugar más cómodo ya sabes lo que debes hacer”, y seguir en lo que estábamos. En mi opinión, retirar la palabra o privar de expresiones de afecto nunca es una vía acertada, el amor no debe ser condicional, el afecto es lo único que siempre ha de estar dispuesto. Tengamos presente que NO ES un/a niñ@ inadecuad@, sino que ESTÁ TENIENDO EN ESE MOMENTO conductas inadecuadas.

Que nos escuche podrá ser efectivo si nuestra interacción con él o ella se ha desarrollado en un margen de afecto y seguridad desde el primer momento.

DESARROLLO INTELECTUAL No me gusta la idea de considerar el desarrollo infantil desde la perspectiva fraccionada de “edades y fases” pues son muchas las facetas de un niñ@ pequeñ@ que se deben contemplar. Pero abordaremos aquí contenidos que pueden comprenderse mejor si se diferencian por momentos de desarrollo. Aspectos importantes y determinantes en la madurez cerebral de los niñ@s son sus adquisiciones a nivel de comprensión y desarrollo del lenguaje. Tal como apunta el neuropsicólogo Álvaro Bilbao, la capacidad de comprensión de l@s niñ@s varía según su momento evolutivo y suelen comprender menos de lo que a veces nos imaginamos, lo que puede desencadenar desgastes y conflictos continuados en casa.

CAPACIDAD DE COMPRENSIÓN Y DESARROLLO DEL LENGUAJE:

Frases cortas acompañadas de acciones claras – Un niñ@ de 12 meses ya entiende muchas palabras y algunos verbos también (de los que sólo entienden su forma infinitiva), no diferencian el pasado del futuro o los imperativos, por lo que en lugar de frases elaboradas, un no con suavidad acompañado del movimiento de la mano es más efectivo.

Una instrucción a la vez – Con 18 meses, l@s niñ@s son capaces de atender a mayor cantidad de información, pueden ser capaces de procesar en su cerebro tres palabras a la vez y seguir una sola instrucción, por lo que por ejemplo podemos pedirles primero que guarden sus juguetes y una vez hecho esto, pedirles que entren a la bañera. Es preciso hacer uso de frases sencillas y cortas.

Comunicarse y poner límites de forma sencilla, concisa y clara – En su segundo año, l@s niñ@s pasan del balbuceo, que puede contener una o dos palabras reconocibles, a un vocabulario bastante amplio. Entre los 2 y 3 años los peques aún no entienden la ironía; el cerebro de l@s niñ@s va desarrollando la capacidad de procesar entre cinco y siete palabras, llegando a entender dos instrucciones seguidas.

Frases cortas y sencillas – A partir de los 3 años l@s niñ@s pueden comprender entre siete y nueve palabras, aunque pueden perderse en conversaciones largas de las que no son capaces de comprender el sentido global sino solo mensajes concretos. Es aquí cuando empiezan a aparecer las formas gramaticales.

Un aspecto importante en el desarrollo del lenguaje es la asignación de palabras a los objetos. Los peques cuentan con un impulso innato que les lleva a aprender la naturaleza y forma de comportarse de aquello que les rodea, ésta predisposición es un elemento clave de su adquisición del lenguaje. Con las capacidades motrices l@s niñ@s van ganando destreza para coger y manipular diversos objetos, un contacto directo que permite después dar significado a la palabra asignada al objeto. Se trata de un proceso que le permite convertir el vocabulario que rápidamente adquiere en una herramienta del lenguaje. El factor más importante es la medida en que nos comunicamos con ell@s, lejos de esforzarnos excesivamente en enseñarle palabras nuevas o corregirle su pronunciación o gramática, conviene escucharles con atención y responder a sus necesidades de forma natural.

La paciencia siempre es una aliada si lo que queremos es comunicarnos con ell@s de manera acertada, a lo mejor en algún momento hace falta explicar la misma frase de dos maneras distintas, así que es productivo que intentemos usar siempre un lenguaje sencillo, hablar un poco más despacio, emitir frases cortas y dividir las instrucciones largas en dos o tres instrucciones. De esta manera iremos propiciando un intercambio comunicativo acertado en el que irán ganando vocabulario y comprensión de lenguaje con naturalidad.

Diferentes aspectos del desarrollo convergen para formar la personalidad completa de cada niñ@, que va pasando de una dependencia total a una independencia relativa mediante el movimiento y la habilidad de manipulación, la capacidad de alimentarse sol@, el desarrollo del lenguaje preverbal hacia el habla y el cuidado físico que conduce al control de esfínteres. Un medio físico rico en variedad (de recursos naturales, no de juguetes), que estimule la curiosidad de tu pequeñ@, puede satisfacer su interés por coger y experimentar cualquier cosa que tenga a su alcance, favoreciendo su aprendizaje.


«Abrirnos al niño y a sus procesos se convierte, al mismo tiempo, en una oportunidad para acercarnos al secreto de nuestra propia vida”

rebeca wild